L
a historia hu
m
ana es la historia de las luchas de clases
. E
sta for
m
ulación
,
que aparece en
la obra de
M
arx varias veces
,
es general
m
ente atribuida a ese pensador
. S
in e
m
bargo
,
parece
que él la to
m
ó, para desarrollarla
,
de otros teóricos anteriores
. L
o que sí es genuinamente
marxista es la idea de que la lucha de clases debe culminar con la Sociedad Comunista,
en la que para siempre haya desaparecido todo tipo de explotación del hombre por el
hombre, y que a esa meta se llegará por el protagonismo y la victoria de una clase social
-el proletariado- que no podrá llegar a liberarse sin liberar a la vez a toda la humanidad.
S
obre esta idea se basa la existencia de partidos co
m
unistas
. L
os partidos co
m
unistas se definen
como un instrumento del proletariado para su lucha y su tarea de emancipación social.
No podemos ignorar que el término proletariado fue y es bastante controvertido. En la
literatura marxista, durante bastante tiempo, proletariado fue sinónimo y equivalente
de clase obrera”, y s concretamente clase obrera industrial. Pero en un sentido
amplio, proletaria es toda persona que como medio de vida no posee más que su fuerza
de trabajo, y se ve precisada a venderla para subsistir. Esto incluye en el proletariado a
a
m
plias
m
asas hu
m
anas
,
en el
m
undo industrializado y en el Tercer Mundo depauperado,
que rebasan con mucho a la clase obrera industrial. Tampoco podemos ignorar que, al
igual que ocurre con la burguesía y otras clases sociales, el proletariado, tanto si lo
consideramos en su sentido restringido como en el amplio, esta subdividido en muchas
capas, estratos, escalones, niveles, o como se les quiera llamar, que marcan diferencias
sociales y económicas entre diversos colectivos. Todo eso no carece de importancia
pues por diversas causas, principalmente por el grado y la forma de intervención en el
proceso productivo, unos colectivos del proletariado se hallan en mejores condiciones
que otros para incidir sobre el proceso de transformación social.
A
lo largo del período de
m
ás de un siglo transcurrido desde que Carlos Marx y Federico
Engels formularon sus teorías, éstas tuvieron una confrontación con la realidad. Hoy
podemos hacer algún tipo de balance para comprobar el resultado de esa confrontación.
Durante ese tiempo ocurrió de todo en el mundo. Ocurrieron cosas que habían previsto
los teóricos del Marxismo, y otras que ni ellos ni nadie podían haberse imaginado:
-
C
olectivos proletarios que protagonizaron revoluciones
,
unas triunfantes y otras
fracasadas.
-
Revoluciones triunfantes realizadas por colectivos proletarios que teóricamente no
tenían ninguna posibilidad de éxito.
-
Revoluciones fracasadas de colectivos proletarios que lo tenían todo a su favor.
-
C
olectivos proletarios que no profundizaron en los logros revolucionarios, per
m
itien
-
do el estancamiento primero, y el retroceso después, de las posiciones alcanzadas.
-
C
olectivos proletarios que no pudieron o no supieron i
m
pulsar el proceso transfor-
m
ador
,
ni por
m
edio de una revolución
,
ni tan siquiera por evolución de la sociedad.
-
Colectivos proletarios que no quisieron asumir su papel protagonista en la lucha
emancipadora.
-
E incluso, colectivos proletarios que aceptaron pasivamente, cuando no apoyaron
activamente, regímenes explotadores, fascistas, imperialistas...
A
ctual
m
ente nos encontra
m
os en una etapa en la que el proletariado
,
casi a escala
m
undial
,
es incapaz de emprender su liberación por falta de ilusión y de fe en el futuro. Nuestra
derrota, la derrota del Socialismo en este final del siglo XX, no fue una derrota militar.
Si hubo una derrota económica del bloque socialista con relación al mundo capitalista,
pero esta no fue una causa, sino una consecuencia, de otra derrota más importante, que
el proletariado experimento tanto en Oriente como en Occidente: la derrota ideológica.
El retroceso de nuestras posiciones en el mundo tuvo causas objetivas como el hecho de
que las economías socialistas que se experimentaron no fueron capaces de potenciar el
desarrollo de las fuerzas productivas en la competencia con la economía capitalista.
Pero en la raíz de este hándicap hay también una causa de orden subjetivo, como el
hecho de que no se fuera capaz de asegurar la preeminencia de una moral o una ética,
unos valores progresistas proletarios
,
para contraponer a los valores de la sociedad
burguesa y capitalista. Esa es la causa raíz de nuestro descalabro y del actual estanca-
m
iento. Y debemos ser capaces de examinar a fondo esta situación desfavorable.
Contribuimos a reforzar y eternizar la explotación de clase que la burguesía ejerce sobre
nosotros, en la medida en que asumimos los valores y los esquemas ideológicos de
nuestros dominadores,
-
Cuando damos culto al éxito personal y a la competitividad con menoscabo de la
relación solidaria con los demás seres humanos.
-
Cuando obramos según imperativos del individualismo en vez de preocuparnos
del interés general de la humanidad.
-
Cuando aspiramos a conseguir para la propia familia ventajas que no son de
disfrute común.
-
Cuando pretendemos incrementos retributivos per encima de la media general.
-
Cuando ansiamos disfrutar un alto nivel de consumo en un mundo que no puede
proveer ese nivel de vida a toda la humanidad.
-
Cuando nos instalamos en el confort de nuestra sociedad y nos desentendemos de
la ayuda solidaria a los habitantes de áreas geográficas desfavorecidas.
-
Cuando contribuimos a fomentar el dominio cultural del sistema imperialista
resignándonos a estudiar el inglés, la lengua del imperio, en vez de promocionar el
establecimiento de un idioma universal y neutral.
-
Cuando concebimos el ejercicio de cargos y responsabilidades públicas como una
oportunidad de medro y disfrute personal, en vez de un servicio a la comunidad.
-
Cuando transigimos con actitudes machistas y otras que menoscaban los derechos
y la dignidad de grupos humanos marginados.
-
Cuando buscamos basar nuestra prosperidad personal en recursos que no proceden
del trabajo honrado, constante y regular.
-
Cuando damos más importancia a conseguir el control de la sociedad en vez de su
transformación.
C
uando todo eso hace
m
os o per
m
iti
m
os hacer
,
esta
m
os contribuyendo a la perpetuación de
un siste
m
a del que so
m
os victi
m
as
,
lo que es bastante desagradable
,
pero del que ta
m
bién
so
m
os culpables y có
m
plices
,
lo que es
m
ucho peor
. L
a asuncn de esos valores de nuestros
enemigos de clase es la medida de la derrota ideológica de nuestra clase proletaria.
E
n estas circunstancias la función de una organización progresista y revolucionaria co
m
o
nuestro Partido Comunista es ser instrumento de regeneración ética e ideológica de la
clase social que tiene asignada la alta misión histórica de transformar la sociedad. Es
importante que el proletariado recupere la ilusión y la aspiración a alcanzar la Utopía.
Este refuerzo ideológico es imprescindible para afrontar la lucha per nuestro objetivo.
Diciembre de 1994